¿Alguna vez te has preguntado por qué sientes tanto placer al tragar algo que te gusta? No estás solo; todos los seres vivos experimentan el acto de tragar como una función vital. Pero para que este simple acto ocurra, no basta con tener un sistema digestivo que procese la comida. Detrás de cada bocado, existe una compleja red neuronal encargada de coordinar los movimientos necesarios para llevar los alimentos desde la boca hasta el estómago. En los humanos, este proceso es más intrincado de lo que parece, y ahora un estudio reciente ha revelado que, incluso en organismos más simples como la mosca de la fruta (Drosophila melanogaster), el proceso de tragar es altamente sofisticado y depende en gran parte de la serotonina, un neurotransmisor clave tanto en las funciones digestivas como cerebrales.
El estudio, titulado «Serotonergic modulation of swallowing in a complete fly vagus nerve connectome», fue llevado a cabo por un equipo de investigadores liderado por Andreas Schoofs del LIMES Institute en la Universidad de Bonn, Alemania. Los autores, que incluyen científicos de prestigiosas instituciones como la Universidad de Cambridge y el Allen Institute for Brain Science en Seattle, emplearon técnicas avanzadas de microscopía electrónica para reconstruir el circuito neuronal completo que controla el proceso de deglución en Drosophila melanogaster. Este trabajo arroja luz sobre cómo la serotonina, conocida por su papel en el estado de ánimo y el comportamiento, también desempeña una función crucial en la modulación de los movimientos necesarios para tragar, un proceso fundamental para la supervivencia.
El papel del sistema nervioso en la alimentación
El sistema nervioso entérico (ENS, por sus siglas en inglés) es una compleja red de neuronas que gobierna las funciones digestivas, desde el control de los movimientos peristálticos hasta la regulación de la secreción de jugos gástricos. En las moscas, al igual que en los humanos, este sistema se conecta al cerebro para integrar señales sensoriales sobre la calidad de los alimentos y coordinar los movimientos necesarios para tragar. Este proceso de integración es clave, ya que permite al organismo evaluar la importancia biológica de lo que consume y determinar cuándo y cómo debe activarse el mecanismo de deglución.
«Nuestro análisis esclarece un sistema sensorial-motor neuromodulador [sensory-motor system] en el que la actividad motora continua se fortalece a través de la serotonina tras la finalización de una acción biológicamente significativa, y puede representar una forma ancestral de aprendizaje motor» (Abstract del paper). Es la primera vez que se reconstruye de manera completa este sistema motor en un organismo, lo que revela detalles a nivel sináptico de las neuronas involucradas en la deglución.
A través de este mapeo, los investigadores descubrieron que un grupo de neuronas en el cerebro de la mosca, que liberan serotonina, juega un papel esencial en la modulación de la deglución, específicamente en los movimientos peristálticos del esófago. Estas neuronas responden tanto a señales mecanosensoriales —que informan sobre el paso de los alimentos por el esófago— como a señales quimiosensoriales, que detectan la calidad de los nutrientes ingeridos. Según los resultados del estudio, «las neuronas serotoninérgicas centrales aumentan la actividad de las neuronas motoras que expresan el receptor de serotonina 7 [5-HT7], que a su vez controlan la deglución».
Fuente: Muy Interesante