«¡Esto es infernal!», exclama Lázaro Díaz, un mensajero cubano de 59 años que lleva un día en una cola esperando tener suerte para conseguir gasolina, en la crisis de escasez de combustible más prolongada que los habaneros dicen haber vivido en años.
En las calles de La Habana circulan cada vez menos automóviles y largas hileras de vehículos se extienden kilómetros alrededor de las estaciones de gasolina de esta capital. Las consecuencias de esta crisis son directas en la vida económica y social del país.
Fuente: Swissinfo